jueves, 5 de diciembre de 2013

Casi un año



Hace ya un año desde la última vez que puse uno de mis pies en el Bar de Barbón, una larga espera para retornar a estos lugares que me han acompañado desde hace tiempo. No es la primera vez que mis visitas a mi lejano bar se han diferenciado tanto pero parece ser que la actividad en estas tierras virtuales ha decrecido de manera alarmante.

Los informes del frente no aportan nada nuevo a lo que ya conocíamos, el grupo al que tanto tememos (los B.S.A.M) no han aparecido por estos barrios ni por estas calles de la furia desde tiempos que podríamos llamar inmemoriables. Poco a poco vamos perdiendo el tiempo a salir a las calles, empezamos a elevarnos y clamar a los vientos pixelados que la ciudad es nuestra al fin después de tanto tiempo de desesperanza y esfuerzo. Sin un enemigo al que combatir, sin una razón por la que luchar, podemos clavar nuestra bandera en el suelo y tomar estas tierras como nuestras. Mr.X no ha dado señales de vida aún, como si todo el sistema que rodea mi existencia hubiese entrado en pausa y todas nuestras acciones, todo el torrente de bytes e información que nos forma se hubiese detenido de forma abrupta.

Pero el sol continua saliendo, el agua sigue moviéndose, nosotros seguimos patinando por estas calles sin nombre y la luz de las farolas sigue alumbrándonos como un Dios que se alza en lo alto y que nunca nos ha quitado el ojo de encima. Aún puedo ver los cubos de basura intactos, las cabinas telefónicas acumulando polvo virtual inexistente e incluso a los Donovans y Galsias haciendo sus patrullas habituales por las que han sido programados hasta el fin de sus existencias o hasta el apagado absoluto del sistema que nos mantiene con "vida".

La preocupación es palpable, una existencia virtual basada en la rutina y en el ciclo sin fin de las mismas acciones puede ser incluso peor que la muerte. El no tener un objetivo, una razón por la que "despertar" y esperar a tu destino, hace que la desesperación se palpe tan fuertemente como un puñetazo de Axel en la entrepierna. Incluso un pitido extraño me llega a los oídos cuando no escucho los esporádicos últimos gritos de dolor de mis seguidores cuando caen presa de nuestros enemigos. Es extraño, es una de esas paces que le ponen a uno la piel de gallina, si tuviese piel...o si supiese lo que es una gallina.

Pero aún así, aunque en la ciudad sin nombre se haya impuesto un orden hierático y haya menos acción que en el menú de opciones, si que podemos decir que mi vida "exterior" si que ha sido mucho mas movida. No es que hablemos de dos cosas completamente opuestas, pero por ejemplo tan extraño como una actualización en el Bar de Barbón pues también ha habido este año un salón del videojuego llamado Madrid Games Week y es siempre insólito de ver un evento parecido por estas tierras.