jueves, 16 de febrero de 2012

La diosa de la música videojueguil: Yoko Shimomura


 Sin novedades en el frente una vez mas, el Bar se hallaba aún sumido en el letargo en el que se habia adormecido hace ya un tiempo. No habia ataques nuevos de nuestros enemigos, ni siquiera noticias que nos advirtieran de su avance o su retroceso, de las nuevas estratagemas que pudieran estar tramando o simplemente si aún su existencia seguia siendo una amenaza para nosotros.

El fluir de las noticias habia parado en seco como un barco en mitad de una mar en calma, pareciamos exiliados y recluidos en mitad de una isla en este enorme oceano de asfalto, edificios y luces de neón en dos dimensiones. Tal era una bendición como una maldición, se podia respirar en el ambiente esa tranquilidad que tanto tiempo llevabamos anhelando, la posibilidad y la puerta abierta a nuevos planes de conquista, de supremacia en este reino donde la profundidad no existe, una oportunidad de expansión a otros lugares y otros universos donde la gran supremacia de Mr.X tuviese un lugar donde asentarse y no ser derrotada una y mil veces por Axel, Max y compañia.

Todos necesitabamos ese remanso de paz, aunque como dije antes, esto también puede ser una ventana a malas noticias. Como podiamos sentirnos siquiera seguros cuando el peligro podia saltar sobre nuestro cuello y destrozarnos las posaderos en menos de lo que tardamos en gritar de dolor y parpadear hasta morir?

Como podiamos siquiera dar la espalda a nuestra izquierda cuando podiamos morir antes que la música eterna que nos acompaña comience un nuevo ciclo? Recuerdo la última vez que pasamos por esto y no tuvo un buen final, pero como dicen en infinidad de mundos dispares bien alejados de este: hay que vivir el momento, y cada momento para nosotros es como ver morir a nuestros enemigos: un atisbo de la gloria que debe alcanzarse cuando se es feliz.

Por ello, aún guardo y protejo el Bar de Barbón, a pesar de que me encuentre a solas y unicamente armado con mis puños y mis técnicas de lucha aún por pulir (no pude asistir a clases de bloqueo, asi que es algo que aún tengo que perfeccionar), sigo salvaguardando este lugar ante posibles amenazas. Estoy sereno y mientras la música que rezuma de la gramola alegra mis oidos, también estoy atento a cualquier movimiento extraño o rostro no familiar que visita este rincón alejado.

Sin duda, cuando uno se encuentra en estas situaciones en que puede sentarse consigo mismo y dejarse mecer por los brazos cálidos de una buena música, es cuando mas se da cuenta de la gran labor de estos compositores y como, utilizando en este caso técnicas y chiptunes de 16 bits, nos trasmiten un torrente de emociones que incluso alguien con varias líneas de I.A y código como yo, es capaz de imaginar.

Y una de estas genios, es sin lugar a dudas, Yoko Shimomura.

viernes, 10 de febrero de 2012

Comienzo de una nueva etapa: Adios al manga


 Después de las celebraciones, el Bar de Barbón se sumió en el letargo, como una bestia después de cazar a su última presa, el sueño inundó el local y todos los que habitamos o pasamos por el nos contagiamos y caimos con el. Los B.S.A.M! parecian haber dado una tregua a la organización de Mr.X, respetando estos dias de alegria y felicidad por el último cumpleaños de uno de los miembros mas prestigiosos que conforman las VIP de este pequeño lugar.

Seguramente solo fuera una ilusión, pero la tranquilidad y la paz que se respiraban eran del todo infrecuentes, el miedo a que de golpe aparezca el cadáver de Jack frente a mi puerta y tenga que salir huyendo hacia mi inevitable final parecia ir remitiendo a cada dia sin novedades que se acumulaba en el invisible calendario de nuestra existencia.

El Bar destilaba olor a limpio, el ambiente estaba en calma y las sillas y mesas continuaban intactas desde el último ataque de Axel, Max  y compañia. Yo me encontraba tranquilamente escuchando el tema de Godot de Phoenix Wright en mi gramola, dejándome llevar por su magia y su fragancias a jazz que me dejaron extasiado durante todo lo que duraba la canción, sabia que aquella tranquilidad no iba a durar para siempre (al igual que nada lo hace) y como lo que tenia alrededor no podia ser cambiado, debia de pensar firmemente en cambiar aquello que si que estaba a mi alcance, que era yo mismo.