viernes, 30 de diciembre de 2011

2011: Retrospectiva


 Había llegado el momento de echar la vista atrás una vez mas, aunque el inamovible e inerte escenario que me rodeaba no reflejara ningún cambio, podia sentir como el tiempo habia estado pasando inexorable y como algo habia cambiado, una sensación fuera de todo gráfico, de todo sonido, de toda I.A, era distinto a cuanto recordaba. Tal vez era el miedo a un inminente ataque de los B.S.A.M, tal vez era un extraño sosiego de no haber recibido su visita en tanto tiempo, tal vez era el ronroneo de los etéreos y residuales recuerdos que quedaban en mi yo virtual y que querian salir, como las manzanas que escondemos en algunas máquinas recreativas.

En el Bar de Barbón me volvía a encontrar, nuevamente sentado en un sitio que podía calificar como mio, a la espera del próximo cliente, que podia traer en un solo instante o toda la alegria del mundo, o el terror mas implacable. Podía, en un segundo, recibirle con los brazos abiertos y un intento de sonrisa en mi bidimensional rostro o, al contrario, que fuera él quien quisiera recibirme con los brazos abiertos y con una mueca de odio en su cara que me haria correr como un pobre diablo, pues si consigue atraparme...no quiero volver a ver el mundo parpadear ante mis ojos y volver a soltar ese alarido que proclama a los cuatro vientos el fin de mi digital vida. Sinceramente, hace demasiado que ninguna de las dos cosas ocurre, y como en este lugar parece haberse estancado en alguna esquina de un viejo cartucho de videojuego noventero, pues el aburrimiento o algo muy similar, va haciendo mella en mi y no puedo mas que rememorar algunas de mis experiencias pasadas, recuerdos de una vida que jamas podria soñar pero con la cual me veia invadido en determinadas ocasiones.

El año 2011 va a acabar y, como todos años anteriores, ha dejado su rastro de buenas y malas pisadas dentro del embarrado camino de mi memoria.

jueves, 15 de diciembre de 2011

Japón, sin ton ni son


 La jornada de tranquilidad habia llegado a su fin cuando, por sorpresa, Axel y Max entraron en el bar arrasando todo a su paso. Jack,que hacia poco habia aparecido de forma cordial por el bar y se iba a patrullar por los alrededores emitio uno de sus desgarradores gritos y vi como su cuerpo golpeaba la puerta del local, parpadeaba y luego se esfumaba para siempre como recuerdos bellos en la mente de un anciano.

Después de tan chocante escena, llegaron dos de mis archienemigos a los que tenia mas que conocidos, el rubito con bandana en la cabeza de ojos azules y cuerpo atlético de gimnasio que se caracterizaba por su agilidad y golpes ascendentes desde el suelo y, detrás de él, estaba el armario empotrado conocido como Max que tenia músculos en sitios que ni siquiera conocia que existieran. Eran una dúo mortal de necesidad, y los gritos de dolor y muerte de mis compatriotas que habian comenzado a aglomerarse en el local unas horas atrás, atestiguaban que nuestro aciago destino volvia a por nosotros y de sobra conociamos como iba a acabar todo por mas que intentásemos esforzarnos.

Dimos lo mas de nosotros mismos pero, aún asi, sucumbimos ante el potencial de esta pareja que hacía muchísimo tiempo que no pasaba por aqui. Creía, tonto de mi, que habian dejado de patrullar las calles, que habian marchado lejos tal vez a alguna nueva secuela de Streets of Rage, a algún HD remake de Streets of Rage 2 que se alejara del original o a algún juego crossover que tan de moda se están poniendo. Pero en esta virtual realidad no había sitio para esos deseos ni esas esperanzas, como un torrente de clientes en una tarde de sábado en un centro comercial, asi pasaron Axel y Max por el Bar de Barbón y lo arrasaron todo como si sus cuentas corrientes y sus vidas fueran ello; y bueno, tampoco estamos muy desencaminados si dijesemos que eso es asi.

Allí me encontraba yo, después del dolor, después del visionado de la luz final y la vuelta a la vida venidera. Una vez más, alli estaba plantado, en el escenario de la tragedia, en un nuevo comienzo con un futuro penoso y doloroso final, habia que volver a comenzar todo para que, tiempo después, se volviese a destruir. Nuevo comienzo esperanzador, triste final desgarrador. Asi era el ciclo de lo que podria llamar vida, ¿Porqué algo asi me fue programado, porque mis padres japoneses tejieron una trama tan cruel para mi y los mios?

No pude mas que sentarme en una de las pocas sillas que habian sobrevivido al torbellino humano, pusé lo que llamé con un esbozo de sonrisa como mente en blanco, y me puse a pensar en el pais de mi origen: Japón, y no todo lo que me vino a la cabeza fue bueno.


domingo, 11 de diciembre de 2011

Esclavos de las fechas - Xmas Edition


 No abandoné mi lugar desde que llegué al Bar de Barbón por última vez, en compañia de mis pensamientos y la turbia oscuridad que habitaba el local, me dejé de nuevo llevar por las grandes llanuras de la conciencia que tanto deseaba y que se me habia limitado, por aquel espacio infinito donde la libertad de opinión y expresión tenian un espacio distinto al que cargaban las lineas de código que configuraban mi I.A.

Sabía que el tiempo estaba cambiando aunque en los gráficos bidimensionales que me acompañaban y me acompañaran siempre no habia signo de aquello, sabía que lejos de aquella prisión videojueguil donde me encontraba, la gélida presencia del invierno se iba acercando a pasos agigantados y los dias se volvian cortos y las noches mas largas. Como si poco a poco el mundo se fuera acercando y adaptando a este en el que me toca vivir, como si en todas las partes del globo se hubiesen contagiado de esta ciudad sin nombre y sus dias fueran breves como nuestras vidas, y las noches eternas como nuestro sufrimiento. Una atmósfera distinta, una manera diferente de pasear por la calle, de sentir nuestra piel erizarse y nuestro cuerpo encogerse ante las fuerzas de la madre naturaleza; unas sensaciones tan lejanas y tan desconocidas para mi que incluso el simple hecho de imaginarlas es costoso.

La Navidad se acercaba en el mundo real, como una epidemia que habia contaminado a todos los ciudadanos convirtiéndolos en víctimas lobotomizadas y en esclavos de estas fechas.

jueves, 1 de diciembre de 2011

No quiero ser un clon


 Los momentos en estos lugares se espacian como las respiraciones de uno de los humanos que lucha contra mi, los despertares y los sueños profundos del Bar de Barbón son intermitentes como las luces de las calles que nos circundan, como relámpagos en un cielo nocturno, como chispazos de vida en un fluorescente renqueando a las puertas de su propia muerte.


El negocio no pasaba por sus mejores momentos, y gran parte de la culpa es de quien aqui se expresa, que de nuevo camina solitario por estas calles bidimensionales en que su principio es siempre el mismo y el final no suele variar tampoco de un dia para otro. La noche eterna me envuelve con su manto, mientras las farolas y los anuncios publicitarios de luz iluminan mi rostro a su propio son, tocando una canción sorda de colores destelleantes. Después de recorrer las mismas calles, girar en los mismos lugares, contemplar una y mil veces los mismos edificios que despuntan hasta el cielo hiriéndolo como si de una espada serrada se tratase intentanto abrirse paso hacia ese paraiso de blancas nubes y entornos tridimensionales de los cuales algunos se atreven a hablar.

Y, una vez mas, alli me espera mi eterno local, con su mirada enturbiada por la propia miasma que produce la ciudad me saluda. No necesita ni manos ni siquiera una voz cordial para darme la bienvenida, sé que está ahi para mi, y mi función es descubrilo ante los clientes que se aventuren por estas calles, a los viandantes que se dejen caer por aqui y que su destino este tan ligado al mio, como lo esta Mr. X a los designios de esta gris ciudad virtual. Vuelvo a abrir el cerrojo que con un sordo chasquido deja libre la persiana y esta sube hasta perderse de mi limitado campo de visión y abrir la penumbra del interior al mundo que le espera y a las visitas venideras.